Washington, 17 sep (Prensa Latina) El aparente nuevo intento de asesinato contra el candidato republicano Donald Trump toma hoy protagonismo en el escenario político nacional, pero especialmente recuerda la naturaleza violenta de la sociedad estadounidense.
A unos 50 días de las elecciones en el país, el incidente con armas de fuego aviva el tema en la opinión pública.
Ryan Wesley Routh, de 58 años, sospechoso del frustrado plan para matar a Trump el domingo mientras jugaba golf en su club en Florida, y un joven de 20, Thomas Matthew Crooks, autor del ataque al exmandatario el 13 de julio en Butler, Pensilvania, portaban armas de fuego a las que pudieron acceder con facilidad.
Es una sociedad enferma. El pasado 25 de junio el cirujano general de Estados Unidos, doctor Vivek Murthy, admitió en un anuncio histórico que la violencia con armas de fuego constituye una crisis de salud pública, que no sólo tiene un costo físico grave, sino también mental.
Pero la Asociación Nacional del Rifle (NRA por su sigla en inglés), una organización que defiende el derecho aquí a portar armas, se opuso a esta declaración.
Se trata de «una extensión de la guerra de la Administración (de Joe) Biden contra los propietarios de armas que respetan la ley», dijo Randy Kozuch, director ejecutivo del Instituto de Acción Legislativa del grupo, su brazo de cabildeo.
Se calcula que hay unos 120 de esos artefactos letales por cada 100 ciudadanos, de acuerdo con la organización suiza Small Arms Survey.
Ninguna otra nación tiene más armas en poder de civiles que personas, de acuerdo con un sondeo de Gallup de octubre de 2020, cuyas estadísticas se mantienen en similar entorno en 2024.
Los datos arrojaron entonces que alrededor del 44 por ciento de los adultos estadounidenses viven en un hogar con un arma, y aproximadamente un tercio posee una personalmente.
El propio candidato republicano ha hecho gala en su campaña de una agenda que pronostica una versión reforzada de su primer mandato en asuntos como la defensa de las armas de fuego.
«Les prometo esto: conmigo en 1600 Pennsylvania Avenue, nadie pondrá un dedo sobre sus armas de fuego, tal como ocurrió durante cuatro años cuando yo era su presidente», fue el compromiso del exmandatario previo a un evento a principios de años de la NRA en Harrisburg, en Pensilvania.
Ahora Trump y sus aliados están aprovechando el momento para atizar las llamas, pero podría resultar peligroso. El exgobernante acusó a su oponente, la vicepresidenta Kamala Harris, y al presidente Joe Biden de llevar «la política en nuestro país a un nivel completamente nuevo de odio».
El multimillonario Elon Musk, aliado de Trump, publicó un mensaje en la red social X en el cual se preguntó por qué «nadie está tratando siquiera de asesinar» a Biden y Harris, pero dijo que solo fue una broma y borró el escrito.